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lunes, 13 de junio de 2011

Crisis de las nuevas familias

El libro de la psicóloga Laura Cerruti es un manual de ayuda para segundos matrimonios con hijos previos; no es fácil pero sí posible y hasta con final feliz
M.H. Lunes, 13 de Junio, 2011
La confianza en un mundo mejor es la primera condición para cambiar el actual. A partir de esa premisa, la psicóloga Laura Cerruti introduce términos novedosos para lo que hoy es una realidad: familias integradas por padres que se vuelven a casar, hijos de unos y de otros, y propios. Es así que en su flamante libro Cómo sobrevivir a tu familia ensamblada (Aguilar, $ 340), la profesional pone sobre la mesa conceptos como "reincidentes optimistas", "familias ensambladas", "padres o hijos afines". Pero fundamentalmente centra su trabajo en cómo lograr ser feliz, siendo parte de un núcleo en el que se debe compartir todo con personas que hasta determinado momento fueron extrañas.
-¿Por qué llama a los que se casan por segunda vez "reincidentes optimistas"?
-La esperanza, el optimismo, el imaginar un futuro benévolo, son los motores de cualquier cambio. En relación a los segundos matrimonios, recordemos que vienen de un primer fracaso, comúnmente doloroso. Excepto las personas que no saben estar solas y se enganchan con el primero que pasa (por suerte a veces con buena fortuna), mi sensación es que la mayoría de los divorciados quedan, al principio, sin ganas de volver a intentarlo. Hasta que se enamoran de nuevo. Ahí empiezan a pensar que si se casan, esta vez todo irá mejor. Como me dijo mi segundo suegro: "El segundo casamiento es la victoria de la esperanza sobre la experiencia".
-Familia ensamblada: ¿no es un término algo peyorativo?
-Para nada. Es cariñoso, coloquial y claro. Lo prefiero a otras opciones: familia reconstituida parece aludir a la misma familia que primero se des-constituyó y luego se reconstituyó; pero no es la misma familia la que vuelve a unirse, es otra. Segunda familia podría servir, pero en general lo segundo se asocia a algo peor que lo primero, entonces prefiero evitarlo. Familia de segundas nupcias es correcto pero no puede aplicarse a quienes ensamblan sus respectivas familias sin casarse oficialmente. Además se viene usando hace años en Argentina; tengo entendido que nació en el ámbito legal ante la carencia de un término que las identificara como una nueva categoría sociológica, y se impuso en el lenguaje común porque es sencillo y caracteriza bien el fenómeno. Vas a ver que a raíz de este libro los uruguayos incorporaremos el término y pasará a ser la forma coloquial de denominar a estas complejas familias. Te lo apuesto como expublicitaria.
-¿Cuáles son las principales crisis que atraviesan las familias ensambladas?
-Las crisis se asocian a las distintas etapas que se recorren. También pueden ser críticos algunos temas: la relación con los exesposos, el padrastro que es recibido como un intruso, conflictos por dinero y responsabilidades no asumidas, la educación de hijos ajenos y el ejercicio de una autoridad adecuada, problemas de pareja, en fin, temas que representan crisis en potencia y que constituyen los diferentes capítulos.
-¿Quiénes son los que más padecen, adultos o hijos?
-Si las cosas se complican todos pueden padecer por igual. Está bien que lo preguntes, porque los adultos ensamblados, enfrascados en la construcción de la pareja, a veces no ven el dolor o el sentimiento de abandono de los hijos. Que tal vez no lo manifiesten verbalmente, pero sí a través de síntomas físicos, mal comportamiento o fracasos en la escuela o el liceo, conductas peligrosas en la adolescencia.
-Afirma que se puede lograr una familia ensamblada feliz. ¿Siempre?
-Siempre existe la posibilidad de lograr una convivencia más armoniosa, con tiempo y empeño. Es más fácil si antes hubo un buen divorcio, donde los divorciados acuerdan seguir ejerciendo juntos la crianza, entonces los niños se sienten seguros y pueden dar la bienvenida a un padrastro o madrastra sin sentirse amenazados o envueltos en conflictos de lealtad. Es más fácil cuando los niños son pequeños. En cambio, la adolescencia ya es una etapa difícil para una familia biológica, cuanto más para una ensamblada, sobre todo en temas de autoridad y disciplina. Y la pre-adultez de los hijos, esa etapa donde por la edad ya podrían haberse ido de casa pero económicamente aún no lo logran, genera conflictos adicionales, sobre todo porque los padres biológicos naturalmente ya no tienen tantas ganas de seguir manteniéndolos, y menos los padrastros y madrastras. En mi libro no prometo felicidad permanente ni amor profundo. Pero a partir de una convivencia respetuosa se pueden ir construyendo sentimientos de afecto y pertenencia, se puede ir creando un clima emocional acogedor, de hogar, donde todos se sientan bienvenidos. Las características personales de cada uno de los involucrados también inciden. Hay personas de carácter más adaptable y flexible que otras, más cariñosas, más empáticas. Las personas vengativas, manipuladoras, rígidas, egoístas, lo hacen más difícil. Pero si son personas normales, no patológicas, es posible hacer que depongan las armas y puedan ponerse en lugar del otro. Atención, que muchas veces estas personas que catalogamos de difíciles, se comportan así porque el sistema los lleva a defenderse; entonces cambiando la dinámica familiar, o sea la respuesta de los otros, se pueden habilitar comportamientos más simpáticos, propicios a la armonía. A veces alcanza con empezar a dar las gracias y a sonreír.
-Es posible lograr una familia feliz, aún cuando no exista una buena relación?
-Si la relación entre los integrantes de una familia es mala, seguramente sea una familia infeliz, no importa si es biológica o ensamblada. Por mala yo entiendo una relación donde prima la desconfianza, las descalificaciones de unos hacia otros, la agresividad sin tregua. O el caso contrario: el abandono de los hijos que significa la omisión de límites, o la omisión de la escucha, o del cariño. Ahora bien, la relación no tiene que ser ideal para que pueda darse una buena convivencia. Entre personas de diferente sangre se puede convivir en forma agradable aunque no se amen unos a otros, siempre que haya un mínimo de respeto y consideración mutua.
-En el libro cita al teólogo Niebuhr: "Dios, danos serenidad para aceptar las cosas que no pueden ser cambiadas, coraje para cambiar las que deben cambiarse y sabiduría para distinguir la diferencia". ¿Qué es lo que se debe cambiar cuando se integra un ensamblaje, y qué es lo que no, aunque no sea del agrado? ¿Cómo se distingue la diferencia?
-Por eso Niebuhr le pide claridad al mismísimo Dios; no estoy segura de tener la respuesta. Una de las principales cosas a modificar antes de formar una familia ensamblada es la expectativa de felicidad instantánea. El que vaya con esa expectativa se dará contra un muro: en la mayoría de las familias ensambladas hay un proceso de adaptación que no es modificable, más allá de que pueda durar más o menos tiempo. Se necesita paciencia y tiempo. ¿Qué cosas hay que respetar de los otros? Todo lo que no avasalle los derechos de uno. Respetar al otro es básicamente reconocerlo en sus diferencias. Y si entran en conflicto los deseos de uno con los del otro, hay que aprender a negociar.

Años de adaptación

"El otro día se me acercó un padrastro -cuenta Cerruti-para contarme que su familia se ensambló maravillosamente desde el primer día. Le pregunté cuál era su secreto y me dijo que, al divorciarse, habían acordado con su exesposa, reunirse frecuentemente para hablar de los hijos. Pero en mi libro hablo a las que tienen problemas de ajuste y que sufren, situaciones que han sido estudiadas, y se ha visto que las familias ensambladas recorren una serie de etapas; si es rápido lleva unos 4 años, y si es lento, puede demandar hasta 12. Básicamente se pasa de una etapa de idealización a otra donde se advierte que la realidad es un poco más compleja. Y de una etapa de silenciamiento de los sentimientos, de desesperanza, a una etapa de confrontación, a veces dura, hasta que se logran determinados acuerdos".

"Más que soluciones mágicas, busco transmitir alivio"

La autora de Cómo sobrevivir a una familia ensamblada, Laura Cerruti, no sólo ha estudiado el tema sino que tiene experiencia propia, fundamental a la hora de describir el fenómeno. ¿Considera que su familia es feliz? "Después de un proceso de 6 o 7 años, puedo decir con alegría, orgullo y alivio que, hasta donde puedo percibir, cada uno de los miembros de mi familia ensamblada se ve sano, fuerte y equilibrado, cada uno entusiasmado con su respectivo proyecto de vida -con los tropezones y vulnerabilidades esperables en toda persona que se mueve, crece, vive-. Hemos encontrado nuestra especial manera de ser familia, nuestra. Cada uno sabe que hay un lugar donde siempre es bienvenido. Por lo menos, así es en mi corazón.
-¿Por qué utiliza la narración coloquial en su libro?
-Uno de mis objetivos es quitarle drama al caos típico de las familias ensambladas. Insertarle humor, variedad, entretenimiento. Ya suficientemente difícil es el ensamblaje como para cargar al lector con lenguaje sesudo o académico. Otro de mis objetivos es entablar una relación personal con el lector, para que se sienta comprendido y acompañado. Finalmente, porque es un libro de divulgación masiva. Quise que fuera ameno incluso para gente que no tiene costumbre, tiempo o ganas de leer. Sin por eso dejar de estar bien escrito y documentado. Lo que busco transmitir, más que soluciones mágicas, es alivio, y eso se logra desde el contenido, que es serio y tranquilizador, y desde la forma, que es informal, amable y optimista.
-¿Por qué dejó la publicidad donde trabajaba con éxito?
-Vivimos demasiados años como para dedicarnos toda la vida a lo mismo. Explorar todas tus áreas de interés enriquece la vida y hace crecer como persona. En mi caso, psicología fue la carrera que descarté a los 18 años: en ese entonces, temía no poder soportar el dolor ajeno; hoy me siento más madura y sabia como para poder ayudar a otros sin padecerlo. Comunicación, con su glamour y su reclamo de creatividad constante, fue mi elección de juventud. Me permitía algo fundamental para mí: escribir. Con la publicidad me divertí, me destaqué, me aburrí y agoté. El aburrimiento viene porque luego de años de directora creativa ya sabés "de taquito" lo que funciona y lo que no. La novedad se pierde. El agotamiento viene por el estilo de vida que demanda la publicidad: jornadas interminables, plazos inconcebibles, olvidarse de los fines de semana. La familia se resiente. Hay pocas mujeres casadas con hijos en el mundo de la creatividad. O son solteras, o divorciadas. Yo era una de las divorciadas con hijos y le agradezco a la publicidad el haber podido mantenerlos con un trabajo que me encantaba. Luego vino mi segundo matrimonio, con el consiguiente caos que hoy sé que es normal en la mayoría de los ensamblajes. Para entenderlo, para sobrevivir, empecé a estudiar psicología familiar. Lo hacía simultáneamente con la dirección creativa de una gran agencia, con la cual además había acordado que seguiría viajando cada tanto por Latinoamérica con mi esposo, con quien colaboraba en investigación publicitaria. Fue demasiado, hasta me enfermé físicamente. Decidí cambiar de vida, poner en orden mi familia ensamblada, terminar el posgrado y escribir este libro. Decidí ser feliz. Y compartir con otros lo que aprendí en el camino.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/crisis-de-las-nuevas-familias/sds_572216_110612.html

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