El hijo de Pepe y Anabel vive cada curso escolar con uno y ve al otro habitualmente
Domingo, 19 de Septiembre, 2010
"Buen rollo". Son las palabras mágicas que Anabel y Pepe repiten constantemente para explicar por qué no tuvieron dudas al separarse de que la custodia de su único hijo sería compartida por ambos. Para Anabel, es la opción normal "si priorizas el bien del niño". "Él ve que tiene a los dos, que hay una normalidad y su vida la comparte con los dos, no hay uno que está sólo de visita", dice Pepe.
Se separaron hace cinco años cuando su hijo tenía 13, tras otros tantos de matrimonio. Ahora tiene 18 años y aunque ya es mayor de edad y podría elegir con quién irse, de momento, mantienen el mismo régimen por expreso deseo del joven. Un régimen que, en su caso, establece una alternancia por curso escolar, es decir, cada año académico -de septiembre a junio, este año entra en la Universidad en Ingeniaría de Diseño Industrial- vive con uno de los dos. El otro pasa con él los fines de semana y dos tardes a la semana aunque Anabel y Pepe subrayan que existe una total flexibilidad. "Él sabe que puede ver a uno u otro cuando quiera", señala Anabel, quien reconoce que cuando estaba en trámites para romper con Pepe le "horrorizaba pensar que la relación del niño con alguno de los dos cambiase".
La elección de este sistema también está pensada para el bienestar del niño. "Es mejor que la alternancia por meses o semanas porque durante el curso, está centrado en el mismo sitio, se acuesta y se levanta en la misma casa en la rutina del día día, otra cosa son los fines de semana, se pierde menos", dice el padre, de profesión cuentacuentos. "Se evita el trajín de maletas", alega su ex mujer, psicóloga escolar.
Anabel reconoce que cuando hay una mala relación entre los padres, la cosa se complica, pero en su caso todo fue "buen rollo". "No tuvimos dudas, fuimos al abogado y no hizo falta casi ni hablarlo, le dijimos que queríamos la custodia compartida. En cuanto a la fórmula, nos comento ésta del curso escolar y nos pareció la mejor", señala.
Ella dice no "tener ningún mérito". "Yo sabía que Pepe iba a responder, siempre he estado segura de que el niño iba a estar igual de bien atendido con él, no me estaba arriesgando. Entiendo que si hay mala relación con el padre o él no ha querido ese vínculo con su hijo, no te fíes", destaca.
Para Anabel, esa tendencia natural de las madres a creer que se ocuparán mejor de sus hijos, incluso cuando no están separados, y que puede llevar a muchas a no querer renunciar a la custodia total debe "remitirse a los hechos". Si durante el matrimonio, el padre se ha interesado por el hijo y se ha ocupado perfectamente de él, no deben aparecer esos prejuicios. Tampoco cree que sea cuestión de competir por quién lo quiere más sino pensar en su bien y reconoce que "hay padres que lo están pasando muy mal". No aboga por una fórmula común sino por ver cada caso.
También en esto Pepe se muestra de acuerdo. Lejos de arremeter contra la ley y hablar de discriminación, piensa que "si un padre no lo pide, es que antes de la separación ya no estaba ahí". "Esto lo pedimos los padres que estamos ahí para darle el biberón, cambiarle los pañales, darle la papilla, es como la educación, no se arregla cuando un niño tiene 15 años sino desde bebé, pues tú ya eres padre antes de separarte".
Las palabras de Pepe transmiten una responsabilidad. "Yo nada más que quise un hijo porque era lo que podía cuidar y soy consciente de las consecuencias que eso acarrera", añade. Esta actitud es la que hizo que Anabel no se plantease en ningún momento reivindicar la custodia para sí sola.
Sí reconoce que "es conflictivo el tema de la vivienda". En su caso, decidieron vender el domicilio conyugal para que ninguno saliese ganando al disfrutar de un bien por encima del otro. Se repartieron el dinero de la venta y emprendieron sus nuevas vida en casas separadas, ambas en la provincia de Sevilla. "Cuando la madre insiste con la custodia y quiere también la casa, hay padres que se quedan en una situación muy precaria. Conviene resolverlo de manera que uno no tenga que volverse a casa de sus padres o algo así, que no es agradable", dice.
Aunque por motivos legales existe un documento que estipula que ambos deben contribuir a los gastos de manutención, éstos se comparten sobre la marcha, sin que ella pase específicamente una pensión a él cuando el niño vive con Pepe ni viceversa. "Nos preguntamos si necesita algo y ya está", cuenta Anabel. "También es una ventaja que los dos seamos independientes económicamente", reconoce Pepe.
Al margen de cuestiones técnicas, existe una situación compleja de afrontar en el caso de parejas separadas con hijos y es cuando los progenitores rehacen sus vidas con nuevas parejas. Tener la custodia compartida ni quita ni añade problemas. Tanto Pepe como Anabel conviven ahora con otras personas y en ambos casos sus nuevas parejas también aportan hijos a la relación, dos cada uno. Por tanto, cuando su hijo común está con ellos en casa, también vive con la nueva pareja de sus padres y los hijos de ésta.
Pepe reconoce que ahí "depende mucho de lo que te toque", en cuanto a la reacción del hijo propio o de la nueva pareja y cómo interactúan. "En eso mi hijo es bastante especial, las relaciones son buenas y se adaptó sin problemas", reconoce, aunque deja claro que "él no tiene hermanos". También señala que "sí puede influir cuando uno tiene pareja y el otro no" porque aparecen nuevos condicionantes en las relaciones y decisiones comunes. Lo importante es que todo sea dialogado.
No se trata de consultar al ex el derecho o no a salir con alguien pero sí que se conozcan y, sobre todo, seguir adoptando conjuntamente las decisiones sobre la educación del hijo en común, siempre evitando "la confrontación delante de él".
http://www.elcorreoweb.es/andalucia/103850/pedimos/custodia/cambiado/panales
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