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lunes, 22 de marzo de 2010

Me paso al género neutro

Regina Martínez Idarreta
REGINA MARTÍNEZ IDARRETA es periodista e investigadora del Instituto Universitario de Investigación José Ortega y Gasset
21 de marzo de 2010
Si como he oído la semana pasada, meterse con el ministerio de Igualdad es hacerlo con las mujeres, será que en su día en la Universidad me faltaron esas buenas lecciones de feminismo que propugna Bibiana Aído pero con la valentía que caracteriza al ignorante, al iletrado y al pagano estoy dispuesta a correr el riesgo de echar piedras sobre mi propio tejado y atacarme a mí misma y todo mi género. Porque juro que si no digo que la inutilidad y falso buenismo del ministerio de Igualdad me producen urticaria, reviento. Y si me equivoco, que venga De la Vega y me juzgue.
El ministerio de Igualdad no sólo me parece una de las chorradas más grandes de los últimos tiempos, sino que exuda un agrio tufillo de menosprecio hacia la mujer y sus posibilidades que me produce una desazón que me desvela. Más aún, creo que semejante cartera, que parece propia de 1984, sólo sirve para desviar la atención de los auténticos problemas de integración que sufre la mujer. En un mundo como el actual, en el que más de la mitad de los universitarios son mujeres, ¿de verdad cree alguien que un empresario en su sano juicio prefiere contratar a un hombre por una mera cuestión de huevos? A estas alturas de la vida, ¿de veras se cree alguien que una chica de 30 años se pone a fregar cuando llega a casa mientras observa arrobada cómo su marido se tira en el sofá a ver el fútbol? ¿De verdad alguien se sigue creyendo el cuento de que los hombres son malos y abusones y las mujeres unas pobres víctimas de la virilidad latente en nuestra sociedad? ¡Por favor!
Eso sí, cuando surgen los problemas reales, como la conciliación de la maternidad con la vida laboral, ahí todos y todas callan como putas y putos. Porque asumámoslo, la única diferencia entre un médico varón de 30 años y una médico mujer de la misma edad es que la segunda puede quedarse embarazada con todo lo que ello conlleva. ¿Dónde están, entonces, las ayudas económicas, las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral, los horarios intensivos sin miedo a perder sueldo o estatus en la empresa..? ¡Ajá!, ahí es donde reside el problema pero nuestra Bibi está más ocupada en hablar de feminismos anacrónicos, de machitos ibéricos de pelis de Alfredo Landa y de miembros y miembras, que en invertir en guarderías en los centros de trabajo o en campañas para fomentar horarios de trabajo más acordes con la vida familiar. Qué le importa a una médico que le llamen médica si en lo que realmente necesita, no hay nadie que le ayude.
Y de verdad, creo que cabe la posibilidad de que Bibiana Aído sea una crack. Una persona inteligente y cabal que por eso de chupar del bote y aprovechar la champa, se ha metido hasta las cachas en un asunto que, por definición, te obliga a hacer el papel de bufón del Gobierno. ¿Qué otra cosa cabe esperar de un ministerio como el de Igualdad? Así se entiende que cada vez que la pobre Bibiana abre la boca es para decir una tontería. Como he oído a un tertuliano radiofónico ’sembrao’, la ministra de Igualdad ha conseguido convertirse en una “alta carga” del Gobierno. ¿Será esta la paridad a la que aspiran?
Mientras tanto, en la televisión echan programas como un tal NI-NI, en el que se puede ver la poca distancia que separa a una broma de pésimo —repugnante, horrible y sí, esta vez, sí, machista- humor de una violación colectiva (http://www.elmundo.e...) . O se graban programas como I Love Escassi, en el que un montón de chonis desesperadas afilan uñas, aprietan tetas y sacan lo ¿mejor? de sí mismas para conquistar a un pijo sevillano de profesión ’ex de hija de famosos’. Y, por supuesto, el feminismo que se predica es el de la mujer liberada que se dedica a acosar a cuanto paquete se le cruce por delante, confundiendo la libertad y dominio de nuestro cuerpo y sexualidad con lo que, en el fondo, no es más que el sueño dorado del más machista de los chulos de playa. Porque parece que sólo los gays y las mujeres nos podemos permitir el ¿lujo? de ser soeces, ofensivos e incluso agresivos. Visto lo visto, si quien me representa y a quien me debo como mujer es al ministerio de Igualdad y sus secuaces, sinceramente, ahora que se ha aprobado, me paso al género neutro. Por el momento no tiene a una pandilla de idiotas ’defendiendo sus derechos’.
http://www.elimparcial.es/sociedad/me-paso-al-genero-neutro-59682.html

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