Reunión de los lunes

Nos reunimos todos los lunes a las 20,30 horas en la C/Vinaroz nº31, entrada por C/Pradillo, MADRID ¡TE ESPERAMOS!

lunes, 8 de marzo de 2010

Los 'Chanquetes' del siglo XXI o cómo vivir en un barco sin hipotecas ni ataduras

La familia holandesa Krediet-Tonies vive desde hace un año y medio en el Port Vell, Barcelona. (Imagen: A. KREDIET) El Puerto de Barcelona se ha convertido en un barrio flotante.


- Unos 150 barcos-casa se reparten entre el Port Vell, Olímpic y Fòrum.
- Viven y navegan libres de hipotecas y alquileres abusivos.
MARÍA SALGADO. 04.03.2010Vivir a bordo, hacer del barco tu casa, residir en un barrio flotante. Esta aventura en la que se enrolan desde solteros y divorciados hasta familias numerosas está salpicando nuestras costas de auténticos chanquetes del siglo XXI. Mecidos mayormente por las aguas del Mediterráneo, donde el clima es el mejor aliado, comparten su amor por el mar y la libertad de navegar sin hipotecas ni alquileres abusivos.

Una de las mayores colonias naúticas españolas está en Barcelona y suma, al menos, 150 barcos-apartamentos. "En el Port Vell, el Olímpic y el Fòrum siempre hay gente viviendo en embarcaciones. Está permitido. En el primero hay más extranjeros y en los otros dos, más españoles", asegura Jordi Blasco, gerente de la Associació Catalana de Ports Esportius i Turístics.
Para mi hijo mayor vivir aquí es como un sueño. Quiere ser pirata y capitán y aprende todo muy rápidoEl vecino más joven de este barrio flotante se llama Piebe Krediet y nació hace un mes en el Hospital del Mar de Barcelona. Sus padres, Arnout e Iris, y su hermano, Gaje, viven desde hace un año y medio en un velero amarrado en el Port Vell. "Es la mejor marina del Mediterráneo. Es segura, está protegida y situada en el centro de la ciudad. Y además nos gusta el clima y la gente", asegura Arnout.

  El barco, construido en 1964, tiene 16,5 metros de eslora repartidos en tres camarotes, una cocina grande, un comedor y baño. Les costó 65.000 euros y pagan 700 euros mensuales por el amarre. "No tengo dinero para un barco y un piso, y me gusta mucho más vivir aquí. El ritmo de vida es más orgánico. Hay tiempo para pensar, para ser de verdad. Me gusta la aventura, creo que soy un romántico", confiesa Arnout, que ha bautizado su velero como Melquíades en honor al gitano nómada que lleva inventos de diversos lugares del mundo a Macondo en Cien años de soledad.

Esta familia holandesa está muy integrada en la vida de la capital catalana e incluso se ha empadronado en el barco. El padre trabaja como periodista para varias revistas de su país, la madre es artista y tiene una galería, y el hermano, de cuatro años, está escolarizado en el Colegio Baixeras. "Para mi hijo mayor vivir aquí es como un sueño. Quiere ser pirata y capitán y aprende todo muy rápido. Habla holandés y catalán, y entiende castellano e inglés", dice, orgulloso, Arnout.

En los más de 50 barcos-vivienda del Port Vell hay muchos extranjeros, sobre todo ingleses, estadounidenses, canadienses y holandeses, pero también españoles. Luis, un prejubilado recién divorciado, lleva año y medio viviendo en un velero. El suyo, de 10 metros de eslora, le costó unos 50.000 euros y paga 420 mensuales por el amarre, que incluye el derecho a usar las duchas de la marina. "Yo no vivo aquí por el dinero. Es la libertad que sientes, es una cosa mental. No quiero nada más que esto", asegura mientras se bebe una cerveza disfrutando del sol del mediodía y del sonido de los mástiles movidos por la brisa.
Para Luis, lo mejor de vivir en su barco es estar en el centro y tener buenas vistas y lo peor es que siempre hay que estar arreglando cosas y que la falta de espacio agobia un poco. "Aunque cuando compro un libro y me lo leo, lo regalo", explica.
Las relaciones vecinales en el puerto son mucho más intensas de lo habitual en una gran ciudad. "Quedamos para cocinar y comer juntos, para preparar travesías, tomar unas cañas y navegar. Aquí hay de todo: fotógrafos de moda, deportistas olímpicos, periodistas, pintores, cantantes...", calcula Luis.
Pero no todos los chanquetes viven a bordo por placer, sino por economía. Es el caso de Ferran Fulla, un joven de 27 años, que reside con su novia en un barco en el Port Olímpic. "O vivo en un piso o tengo un barco; las dos cosas no es posible. Tarde o temprano viviré en una casa. Quizás cuando forme una familia porque los niños necesitan más espacio", razona.
Lo más negativo es la humedad y la falta de espacio Este mecánico de barcos pagó 50.000 euros por su velero de 10 metros de eslora y desembolsa 300 mensuales por el amarre, que incluye el agua, la luz y el parking del coche. "Vivir en un barco es una manera de poder tener un barco, pero vas sumando y te sale igual de caro que un alquiler porque hay que pintarlo todos los años y pagar el seguro", se queja.
Para Ferran, lo mejor de los barcos-apartamento es la libertad que se siente, que puede irse a donde quiera, incluso a parajes donde no llega un coche, y que lo tiene todo limpio y recogido en media hora. Lo más negativo es la humedad, la falta de espacio, el ruido de las discotecas y que en los baños no hay lavadora de monedas, explica.
http://www.20minutos.es/noticia/641582/vivir/barco/hipotecas/

No hay comentarios: