27 de abril, 2010
El Entrego, J. A. VEGA
La Casa de Cultura de El Entrego acogió una charla sobre la influencia de las separaciones matrimoniales en los hijos bajo el título «Mis papás se separan. ¿Cómo ayudar a los niños en esta experiencia dramática?». La charla estaba enmarcada en las XI Jornadas sobre Convivencia Familiar y se incluyó en las actividades semanales del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. En el acto participaron Luis Manuel López Fidalgo, presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados de Asturias, Gemma González Calvo, abogada y madre separada, Ángel Campo Izquierdo, juez de familia de Gijón y Damián Cubillo, sacerdote y orientador del centro Defamilia de Oviedo.
Cubillo, que ejerció como moderador en la mesa, comenzó aconsejando que los intermediarios en un proceso de separación deben ser profesionales ya que muchas veces los familiares cercanos acentúan los problemas: «Es mejor que gente preparada los pueda poner de acuerdo frente a la posición parcial de la familia». Luis Manuel López comentó que no ha podido ejercer su experiencia como padre, como hubiera deseado, ya que las cuatro noches mensuales que pasa con su hija se parecen a una visita a un museo. El presidente de la asociación de Padres Separados reconoció que «cuando se separan los padres también se separan los hijos» y que en muchas ocasiones «no se les escucha como se debería». Añadió que los profesores detectan en el aula que están un poco ausentes e hizo hincapié en los padres que solo pueden seguir los estudios de sus hijos cada quince días. López reivindicó que los padres sigan manteniendo el cariño hacia sus hijos a pesar de la separación y abogó por la comunicación.
Gemma González habló desde su experiencia personal y profesional como madre separada y abogada. Puso sobre la mesa su situación cuando, a los 32 años, afrontó su separación con dos bebés de 16 y 2 meses. A pesar de que su marido solo ve a sus hijos dos veces al año porque vive en el extranjero, nunca se ha planteado denunciarle porque no quiere un coste moral al acudir a un juicio que «no va a beneficiar nada a los niños».
González añadió que en un proceso de separación «nadie gana, siempre se pierde». Y relacionó esta frase con su trabajo como abogada en el que ha visto a algunas madres sentirse muy satisfechas porque tienen a sus hijos todo el tiempo o «piden a su pareja una cantidad de mil euros al mes cuando saben que cobra 850». Acabó su intervención diciendo que hay que rehacer la vida, «pero los hijos no pueden ser moneda de cambio».
El juez de familia Ángel Campo comenzó su intervención destacando que en la mesa se encontraban todos los agentes que participan en el proceso de matrimonio y separación de una pareja: un juez, un cura, un padre, una madre, una abogada y un mediador. Reconoció que quienes conocen el trasfondo del problema no son los jueces, sino los padres y madres que en ocasiones recurren al juicio como «deporte nacional intentando mentir para que se decida a su favor». Campo defendió en todo momento el papel de los hijos que «quieren ser felices y que les dejen en paz sobre los problemas de sus progenitores». Algo que no siempre ocurre, porque muchos padres olvidan que sus hijos son unos figurantes en el problema y exigen derechos «cuando el único es el estar con sus hijos, lo demás son obligaciones».
Es necesario que todos los agentes implicados pongan al niño en el centro del proceso. Por eso, para fijar este interés y decidir las condiciones en la que deben vivir los hijos es fundamental la información. El juez dijo «que la mejor manera de obtener la información es a través del diálogo y la mediación es una alternativa, el mediador tiene que conseguir que hablen entre ellos y solucionen los problemas».
http://www.lne.es/cuencas/2010/04/27/gemma-gonzalez--proceso--separacion-nadie-gana-pierde/906674.html
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